Novena y última hoja de álbum de la serie Evocaciones. Plenamente tonal, aunque levísimamente desobediente en la resolución de la quinta disminuida, parte de una armonía muy sencilla para desarrollarse, en cambio, en términos de dinámica y de tempo, quedando un conjunto excepcionalmente inestable y, en cierta forma, cañero. Técnicamente, me supera un poco, y se nota; fíate más de la partitura que del video.

Con la perspectiva de los años, no es difícil ver a dónde conducía este camino, aunque, en aquel momento, no podía saberlo, pues desconocía totalmente la existencia de ese movimiento: hacia el minimalismo, que tantos buenos momentos me ha dado. Aún faltaban un par de años o tres para que tuviera yo, dentro del alucinante desarrollo que exhibió en aquellos cursos el Aula de Música de la Universidad Complutense bajo el timón de Llorenç Barber, las increíbles oportunidades de ser discente de Glen Velez y del mismísimo Tom Johnson; y más años aún antes de poder escuchar en directo, ya en Barcelona, a Steve Reich, o ver la puesta en escena en el Liceo de Einstein on the beach de Philipp Glass (y, mucho más tarde, en Londres, Satyagraha, del propio Glass, de la que ya he hablado en este blog).

Esta última evocación, desde luego, aún no merece el calificativo de minimalista. Pero, si me permitís venirme arriba, por una vez, y fardar a tope, bien puede ser considerada análoga, en cierto modo, a la transición hacia el minimalismo que encontramos en el movimiento reduccionista de De Stijl o el suprematismo de Malévich en las artes plásticas.

Por cierto, no puedo evitar dejar caer aquí, ya que ha salido Glass a colación, que la primera página web de este gran músico fue alojada en los sistemas informáticos de mi propio departamento en la UPC, a iniciativa de mi vecino de despacho Jordi Petit.

Y con esto y un bizcocho, damos por cerrada la publicación en formato blog de las Evocaciones. Deseo que las disfrutes, en lo posible. Recapacitando, reconozco que, de una parte, me resulta satisfactorio dedicar esfuerzos a recuperar piezas que compuse hace años; y, sabes qué, me quedan unas cuantas: los Valses de la Luz Artificial, varias canciones en forma aproximada de habanera o de tango, unas pocas cancioncitas infantiles que cantaba a mis hijos cuando eran pequeños (de las que temo que una está perdida), y más cosas. Pero la vida da para lo que da y, o bien pongo las pocas energías disponibles en componer nueva música (como ocurrió con las Canciones del Confinamiento o con la Sonatina del Toque de Queda de Otoño), o en revisar las muchas piezas que tengo a medias, o en estudiar al teclado, durante horas, hasta poder grabarlas sólo medio mal, las que están completas: se llama coste de oportunidad, y lo voy negociando conmigo mismo lo mejor que sé. Paciencia… 😀

Octava hoja de álbum de la serie Evocaciones, y primero de dos o tres flirteos que tuve en aquellos tiempos con el dodecafonismo. Sin pretender desmerecer el resultado final, que, como toda esta secuencia de evocaciones, peca de ingenuo, creo que lo que más contribuye al interés que pueda tener es el acierto en la construcción de la serie de base:

El equilibrio que esta serie proporciona entre cromatismos, potentes terceras menores e intervalos adicionales, sobre todo el tritono desde mi bemol, pero también la cuarta justa y la tercera mayor, la hacen una serie muy flexible y digna de mayor desarrollo del que yo era capaz. De hecho, al ser las dimensiones de la pieza reducidas, no sólo no recurre a las otras once posibles transposiciones, sino que ni siquiera trabaja con la inversa ni con la retrógrada de la inversa: únicamente combina 8 veces la serie original (bueno, aquí hago un poco de trampa, son 8 veces y media) y 3 la retrógrada, una de éstas últimas empezando en una de las notas intermedias. Un comienzo apropiadamente modesto para explorar el serialismo. No estoy seguro ahora de si conservo alguna pieza serial posterior; en todo caso, abandoné estos parámetros pocos años después, parece que definitivamente, aunque no soy yo de decir jamás “de este agua no beberé”: quién sabe si no volveré a este juego formal algún día.

Y, como comentario final, quiero explicar que los progresos de la técnica me han permitido un curioso experimento con el que ya fantaseara antaño, sin realmente esperar que fuera nunca a hacerse realidad: el de poder escuchar, sin tener que darle la vara a nadie, sino gracias a programas de síntesis midi, esta pieza reimaginada para cuarteto de cuerda. Si quieres el .midi, me lo pides, se puede configurar VLC para poder escucharlo; o la partitura, que también está disponible. A pesar de que la síntesis es “robótica”, a veces me gusta más que la versión pianística y me da una sensación de que esa debería haber sido su instrumentación desde el principio; otras veces, en cambio, pienso que debería dejar tranquila esta evocación en su rol de hoja de álbum para piano y volver, al menos temporalmente, al serialismo para ampliar la idea, conservando la serie original, en busca de un cuarteto de cuerda de volumen importante. Estoy seguro de que la serie lo permite; estoy mucho menos seguro de ser la persona adecuada para intentarlo.

Sí, sospechas bien, es la más picuda de todas. Si no la soportas, lo puedo comprender perfectamente: pero escúchala al menos una vez, es breve, no llega a minuto y medio. Y… ¡la vida sigue!

Séptima hoja de álbum de la serie Evocaciones, y sin gran cosa que añadir al respecto de lo que ya dije sobre las Luces de fiesta en la orilla izquierda.

Sexta hoja de álbum de la serie Evocaciones. Tuvo ese título desde el primer momento, si bien ha cambiado alguna otra cosilla, y es de lo más picudo, pero muy picudo, que vas a encontrar en esta serie, lo admito. Merece la pena consignar que la primera de las evocaciones, que les hace de preludio, también se llamó Preludio desde el primer momento, y que hacía de preludio de una secuencia, mucho más breve, consistente en el Preludio, esta Consolación, y una tercera pieza que naufragó estrepitosamente en su propia ambición; pretendí algo que superaba en mucho mi capacidad de entonces. Y superaría la actual, sin duda alguna. Quizá si, cuando me jubile, retomo en serio los estudios de contrapunto…

Quinta hoja de álbum de la serie Evocaciones. No logro medirla bien. Si te das cuenta, pues… ya me lo disculparás, son mis limitaciones como instrumentista. Yo creo que no es picuda, pero no intentaré convencer a nadie.

Evocaciones, 4: Nocturno

March 6, 2022

Cuarta hoja de álbum de la serie Evocaciones, y primera de la serie en términos cronológicos. Aún recuerdo su “nacimiento”, prácticamente completa (salvo quizá los quintillos y alguna nota saltarina), improvisada durante una visita a la anciana madre de un reputado fotógrafo, amigos de la familia, en un hogar próximo al mío. Si, como ya he explicado en otra ocasión, el título “Nocturno” es escaso en contenido semántico real, menos aún aportaba el que encabeza la transcripción que cierra el cuaderno manuscrito (abierto por la pieza ahora llamada “El silencio de Luc” bajo el título ya explicado anteriormente): “Basso Ostinato”.

Pero es que, así, en 6/8 y empezando en el mismo mi, hay algún “Nocturno” en Bartók que ingenuamente intentaba yo aprender por aquellas fechas, y por esa razón tomé de nuevo, poco después, este título que le ha correspondido definitivamente, quedándome absolutamente implícita y subliminal (hasta que alguien me la hizo notar amablemente) la potente influencia de las tradiciones musicales españolas, tal vez un tanto andalusíes: el semitono fa-mi, y la ambigüedad entre sol natural y sol sostenido que de manera natural lo acompaña. La notación de cabeza romboidal para el armónico final también la había visto en Bartók, aunque he de reconocer que la he añadido en estas fechas, pero hace muchos años que toco la pieza así.

Tercera hoja de álbum de la serie Evocaciones. No es fácil entender, desde la perspectiva presente, cuando la invasión de Ucrania por Rusia parece que ocurre aquí al ladito, que, en las épocas anteriores a la expansión de la aviación comercial, “viajar al extranjero” era salir al sur de Francia o a Portugal. París estaba lejísimos, y, en casos extremos, contadas personas llegaban a Italia, o incluso Alemania: en un coche, o un autocar, o un tren, a velocidades medias en torno, siendo optimistas, de los 60 km/h, casi sin autopistas ni autovías. Incluso cuando, pocos años después, le dije a mi abuelo que volvía a Barcelona en coche tras visitarle en Madrid, su pregunta fue “¿Haciendo noche en Zaragoza?” Claro, no, para entonces ya se podía hacer ese trayecto en el día, pero no muchos años antes no era así.

Como consecuencia, para cuando andaba yo peleándome con estas evocaciones, podíamos creer fácilmente en “estados europeos” hipotéticamente vecinos, separados por un telón de acero, como Syldavia y Borduria, sin preocuparnos demasiado por cómo se situarían respecto, por ejemplo, del Danubio, que todos suponíamos azul porque nadie que conociéramos lo había visto. Por entonces, escuchar o aprender “danzas” a través de las partituras de Bartók era algo próximo a una experiencia psicodélica. Y… bueno, esta es una ingenua reinterpretación de algunas de mis sensaciones en aquellas lejanas épocas. Cuadra con una tonalidad de sol, si bien las alteraciones accidentales fuerzan un poco la máquina y, hacia el final, permiten aportar un característico exceso de segundas aumentadas: un intervalo cuya fascinación a duras penas empezaba por entonces a entender. Vaya, que vas a ver que no es nada picuda, independientemente de si te gusta.

Segunda hoja de álbum de la serie Evocaciones, también conocida como Música Picuda. Disculpa si te sobra este mensaje: en la versión digital de la partitura decidí omitirlo, pero en la anotación manuscrita de setiembre de 1975 aparece este subtítulo: “Bloques de hielo en una llanura polar, helada: el paisaje del frío”. Es comprensible que nunca más me haya yo sentado tentado de enfocarme hacia la “música programada”, visto cómo salió este intento.

Evocaciones, 1: Preludio

March 5, 2022

La primera de la serie Evocaciones. O cómo acompañar con séptimas disminuidas desde fa sostenido en la mano izquierda una melodía en do menor en la derecha, y resolver sobre ese mismo esquema una séptima de dominante que, en realidad, pertenece a una tonalidad de si. Y, en efecto, flirtearemos con el si, tras una secuencia cromática de quintas disminuidas, pero unas astutas séptimas mayores nos permitirán establecer con claridad que la pieza va en do. Es un poco peculiar el que, para cuando por fin la tonalidad queda establecida sin lugar a dudas, en realidad, la pieza ha terminado. Pero así sirve, como está anunciado, de Preludio a toda la secuencia.

Me encantará si te gusta; y, si no, pues todos mis respetos, por supuesto.

Evocaciones

March 5, 2022

Nueve hojas de álbum del siglo pasado

El “rescate” de El silencio de Luc me dejó con la sensación de que era el momento de volver sobre algunas más de las piezas de aquel entonces. Como ya dejé allí dicho, esa fue la primera que transcribí. De la segunda aún no he hablado en público, aunque hay quien ha escuchado aproximaciones: sufrió varias transformaciones y quizá aparezca más adelante por aquí. Y de las varias docenas siguientes, bueno, no es mucho lo que se puede decir: varias no están acabadas, la mayoría de las que lo están no valen un pito, y, puestos a rescatar algo, bueno, algo se puede rescatar pero no mucho. Así pues, esta iniciativa va a constar de nueve piezas, poco relacionadas entre sí… bueno, hasta ahora que las pongo juntas, de nuevo bajo la confortable etiqueta de “hojas de álbum”, al igual que las Canciones del Confinamiento.

A ello vamos, pero, como no sorprenderá a quien me conozca, aprovecho la ocasión para enrollarme un poco. Me he decantado por una de las opciones para el subtítulo que figura arriba pero, como dicen (¿o decían?) en El Jueves, tenía más. Barajé en su momento el de “Reacciones ingenuas a Bartók, Berg y otros estímulos de adolescencia”, pues, en efecto, estas piezas datan de entre la primavera de 1975 y principios de 1977, aún antes de cumplir mi mayoría de edad. Finalmente dejé el subtítulo más objetivo, pero uno muy apropiado habría sido la descripción que hicieron, en su día, allá por los 80’s, los hermanos Valencia (no sabría decir si lo inventó Joaquín, Amparo, o ambos): solían llamar a mis piezas de estas épocas Música picuda.

Y es que, en efecto, para aquellas fechas, entra en la normalidad que no fueran composiciones muy populares. La perspectiva actual de 45 años más las dota, creo yo, de un mayor clasicismo, o sea, quiero decir que, entre tanto, hemos ido encontrando cosas mucho más raras, y quizá éstas ya no lo parecen tanto. Pero la etiqueta tiene su lógica: andaba yo por entonces explorando los límites de la tonalidad. Me importaba menos la resolución de libro de una disonancia simple, digamos, una séptima de dominante, que el buscar el efecto que iba a dar, por ejemplo, tener dos tonalidades a la vez, una en cada mano, y a veces lo más “separadas” posible (por ejemplo, una cuarta aumentada, o sea, un tritono); o explorar las sorprendentes reglas del dodecafonismo (sí, se va a venir una pieza estrictamente serial); o jugar a ver cuántas alteraciones accidentales era yo capaz de incorporar sin perder del todo la tonalidad de referencia. O bien, por qué negarlo, desarrollar la pieza como más me molaba, simplemente porque molaba, independientemente de si había o no una respuesta a la pregunta “¿en qué tonalidad y modalidad está?”.

No ha sido difícil elegir éstas y descartar las demás; es más, con la leve excepción de la supresión de un par de docenas de compases en una de ellas, no revelaré cual, van a aparecer aquí tal y como fueron transcritas en su momento. Más difícil ha sido volverlas a tocar, después de tantos años: esencialmente, si no ha habido novedades en este blog en tanto tiempo se debe a que las he tenido que estudiar de nuevo, sin mucha disponibilidad de tiempo para ello. Pasarlas a una partitura digitalizable ha tenido también su gracia: cuando he sabido cómo hacerlo, he procurado que quedara más clara que la original.

No van a venir por orden cronológico, sino que he elegido el orden que más eficaz me ha parecido de cara a interpretarlas todas seguidas. Tendrán, de nuevo, cada una su propia entrada del blog, y aquí recogeré los enlaces directos a todas ellas según las vaya subiendo.

Así pues, la secuencia Evocaciones consta de las nueve piezas que siguen.

1: Preludio

2: Canción del hielo

3: Luces de fiesta en la orilla izquierda

4: Nocturno

5: Melancolía

6: Consolación

7: Luces de fiesta en la orilla derecha

8: Perplejidad

9: Revelación

Te ruego paciencia si caes aquí cuando aún no están todas enlazadas, y ¡que las disfrutes! (Edit: ya están todas enlazadas, finalmente.)